miércoles, 9 de julio de 2008

RETIRO MESA AMPLIADA UNE CHILE


a) Intervenciones del Pastor David Muñoz Condell - CAPELLAN NACIONAL INVESTIGACIONES DE CHILE.


b) Intervención del Pastor Juan Sepúlveda - Director SEPADE


POLICIA DE INVESTIGACIONES DE CHILE
CAPELLANIA NACIONAL EVANGELICA



Las Iglesias Evangélicas Chilenas en un Contexto
de Crisis de Sentido y del Valor de la Persona


Rev. Dr. David Muñoz Condell



La intervención de S.E. la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, en desayuno con iglesias evangélicas y altos mandos de las fuerzas armadas, de orden y seguridad pública, dijo: “La verdad es que para llegar hasta acá, hasta este momento, que ha sido un largo trabajo, pero también quisiera hacer un reconocimiento muy especial del trabajo conjunto de todos los presentes ¿no?: los líderes de las iglesias; los altos mandos de las Fuerzas Armadas, de Orden y de Seguridad Pública; la coordinación del Ministerio de Defensa y la asesoría de la Oficina de Asuntos Religiosos del Gobierno.

Estoy convencida de que es un hecho histórico, porque es un avance concreto en la efectiva vigencia de igualdad religiosa que consagra la Ley de Cultos, aplicado ya en un ámbito específico, que es el ámbito de las Fuerzas Armadas, de Orden y de Seguridad. Así que creo que hoy día estamos en este desayuno para celebrar que hemos dado el avance que habíamos esperado por tanto tiempo y que nos permite hacer de este país, un país como yo siempre he dicho, que Chile somos todos y que tenemos que tener, por tanto, la posibilidad real y efectiva de que eso ser todos sea una realidad, pueda tener su manera efectiva de expresarse cada uno, cada espiritualidad, con todas sus características y posibilidades”.

Sociedad Contemporánea y Persona

Nuestra visión respecto al tema brinda algunas claves de lectura para una mejor comprensión del “mundo moderno” o de la sociedad que nos toca vivir, teniendo en cuenta que la base fundamental de la Iglesia es Cristo y que ella debe ser sal y luz en el mundo.



A nuestro entender, el mundo moderno se caracteriza por la diferenciación funcional de sus subsistemas, cada uno de los cuales pretende autonomía de acción conforme a su lógica interna: economía, política, comunicaciones sociales, ciencia. Por otra parte, ningún sujeto se encuentra en condiciones de disponer y emplear el conjunto total de la información disponible.



Las iglesias evangélicas en nuestro país hoy se encuentran ante un gran desafío, no bien comprendido por algunos. En efecto, ella se encuentra –contra su propia vocación- ante la perspectiva de convertirse en otro subsistema social, separado incluso de la ética y en igualdad de condiciones respecto de otras ofertas religiosas.



Un modo posible de afrontar este signo de los tiempos es regresar a una visión antropológica cristiana, esto quiere decir, volver a la centralidad de la persona (en su comprensión integral previa a su inserción en subsistemas funcionales).

Los desafíos actuales y que son vigentes para las iglesias evangélicas chilenas:


a) la relación entre fe y razón en el contexto de las ciencias naturales e históricas,


b) la relación Iglesia-Estado en el contexto de la libertad de religión y su correspondiente tolerancia en la sociedad civil, y c) la relación de la fe cristiana evangélica con las diversas religiones en el mundo, en virtud de la libertad religiosa.


Por ello se hace necesario precisar de mejor forma el concepto de “mundo moderno”, quisiera señalar que tal concepto resulta fundamental para entender la actual emergencia y desarrollo de lo que los sociólogos denominan “sociedad mundial”, y que se designa habitualmente con la palabra “globalización”.


Por una parte, la fenomenología, al introducir el concepto de “mundo” como “mundo de la vida”, cuyo rasgo fundamental es ser compartido y construido en común, abrió un camino para que el pensamiento pudiera superar la noción del sujeto humano como “subjectum”, fundamento de sí mismo y de todo lo ente en cuanto ente.


La exaltación idealista del sujeto había llevado al pensamiento, en una dialéctica previsible, al extremo contrario de la disolución estructuralista del sujeto, determinado no sólo en su realidad biológica, sino también lingüística, psicológica, social y hasta en su propio pensamiento.



Por otra parte, la sociología, atenta a describir la modernidad como proceso de diferenciación funcional de la sociedad y de incremento de su complejidad interna, ha sido bastante crítica respecto a las teorías que explícita o implícitamente suponen la posibilidad de un observador omnisciente, externo al mundo, sea con la metáfora de la “mano invisible” o de la “astucia de la razón”. Niklas Luhmann señala, en este sentido, que la noción de sujeto es literalmente “la utopía de la sociedad moderna”, es decir, lo que no se encuentra en ningún sitio.


Pese a todo el fino esfuerzo intelectual de los filósofos, ha sido, en su opinión, una noción ineficaz puesto que la sociedad ha evolucionado en su proceso de diferenciación funcional con indiferencia frente a las discusiones sobre el sujeto. En todo caso, desde la complejidad de la sociedad actual es fácil comprender que no existe ningún sitio desde el cual un observador pudiese observar en tiempo real el conjunto de toda la información disponible y en operación en un determinado instante. El mundo se asemeja cada vez más a la “internet”, donde se puede navegar infinitamente sin que exista un punto de observación de la red en su conjunto.


Hechas estas precisiones sobre el concepto de “mundo”, quisiera señalar que existen rasgos comunes y universales de las sociedades actuales, que devienen aceleradamente una única sociedad mundial, y otros que son regionales y locales, pero que no pueden contradecir la tendencia a la mundialización, sino sólo encontrar su nicho ecológico dentro de ella. La característica común de la sociedad mundializada es su organización sobre la base de la diferenciación interna de funciones a partir de códigos propios y exclusivos de comunicación.



Los principales subsistemas ya diferenciados son: político (sensible a los votos), jurídico (sensible a la ley positiva), económico (sensible a los precios), educacional (sensible a la acreditación), científico (sensible a la verificación/falsación empírica), medios masivos de comunicación (sensible al “rating”), salud (sensible a las enfermedades), deportivo (sensible al triunfo), artístico (sensible a la experimentación de las formas). Cada uno de estos códigos se refiere a la totalidad del mundo desde su peculiar especificidad.

Adicionalmente, la presión hacia la creciente diferenciación funcional afecta al plano religioso mismo. ¿Será la religión en el futuro también un subsistema diferenciado de la sociedad? No hay ninguna razón para que la sociedad no permita la formación de un subsistema religioso. Pero ello supondría resolver el tercero de los puntos destacados, es decir, la relación entre el protestantismo latinoamericano y las restantes religiones del mundo, lo que parece estar aún muy distante, pese a los esfuerzos y progresos alcanzados por el diálogo interconfesional.


Sin embargo, una dificultad aún mayor se plantea en la originaria correlación de la pregunta religiosa y de la pregunta moral, de la distinción entre salvación / condenación (o naturaleza / gracia, inmanencia / trascendencia) y la distinción bien / mal.



La diferenciación de los otros subsistemas sociales presiona a separar ambas preguntas, de modo que la pregunta moral pueda ser reespecificada al interior de cada subsistema conforme a su propio código (bueno es lo que obtiene votos, altos precios, lo que dice la ley, lo que obtiene rating, lo empíricamente verificado, etc.).

Esta tendencia se aprecia claramente, por ejemplo, en el debate bioético actual, y tengo personalmente también la sospecha de que ella está en el trasfondo de la progresiva desafección de los propios católicos respecto del magisterio moral de la Iglesia. Nadie le cuestiona su derecho para hablar ciertamente de todo, pero no se le reconoce competencia para resolver los problemas que se presentan en los códigos de comunicación de los otros subsistemas sociales.



Por otra parte, ¿qué quedaría del concepto de salvación si no se lo identificase con la “vida buena”, habida cuenta de que la distinción entre “este mundo” y el “otro mundo” ya no parece plausible, por las razones ya indicadas, de ser interpretado con criterios cosmológicos?



Pareciera que una profunda intuición es “volver a la persona” y que puede resumirse en la expresión “cada hombre es el camino de la Iglesia”, en la unicidad y totalidad de su ser persona. La diferenciación funcional no considera nunca a la persona en su totalidad, sino sólo en cuanto titular de un rol o de una función determinada.
La persona sólo puede tener como verdadero interlocutor a otra persona, en cuya experiencia de encuentro puede suscitarse, por efecto de la gracia, de las tres virtudes
teologales, la común participación en una comunión personal, viendo al otro como prójimo.

La emergente cultura audiovisual no elimina, ciertamente, ni la cultura oral ni la cultura escrita, sino que las potencia y las redefine en un nuevo contexto y con una nueva temporalidad. Esto vale para todos los ámbitos de la realidad social y también para el fenómeno religioso.

Si el problema religioso de las tradiciones orales era la idolatría de la naturaleza y del cosmos, como panteísmo, y si el problema religioso de las tradiciones escritas era la idolatría de la ley y del poder político que la sustentaba, pareciera que el problema religioso de la cultura audiovisual, como ya se percibe, es la idolatría del esoterismo espiritual, cuya carne para hacerse visible no la obtiene ya de los seres humanos sino de las “máquinas inteligentes”.


Y de los aparatos tecnológicos que hacen posible la comunicación simultánea: computadores, teléfonos móviles con capacidad fotográfica, DVD, i-pods, satélites para observar el posicionamiento terrestre, etc. Resulta bastante fascinante poder alcanzar con la ayuda de todos estos aparatos, el lugar tradicionalmente reservado para Dios: el de quien observa sin ser observado.

El desafío teológico pastoral de siempre ha sido, más bien, para la Iglesia, encontrar a la persona en todos los espacios y tiempos de la convivencialidad social en donde es posible que comparezca como persona, puesto que sólo la libertad que rodee a su acto de fe tiene la capacidad de abrirla a la comprensión del Misterio presente y a la acción salvífica de su gracia.

Tendencias a Considerar como iglesias vías al Bicentenario:


Instituciones religiosas desprovistas de legitimidad social
Credos religiosos con perdida de prestigio en la sociedad chilena
Escaso sentido de pertenencia con iglesias tradicionales
Permisividad ética
Nuevas formas de participación y de asociatividad
Explosión de ofertas de nuevas opciones religiosas, creencias esotéricas o alternativas, como el tarot, la astrología, la magia negra, el chamanismo, entre otras.
Tendencias heterodoxas en sectores ACB1
Ética Situacional puesta a prueba
Distorsiones en la percepción de la imagen de las iglesias evangélicas y de sus líderes
Relación de Iglesia-Gobierno en aumento
Excesivo protagonismo en el liderazgo por posicionarse en las “cúpulas del poder”
Ausencia de educación teológica en ministros(as) lo que influye en su legitimización ante la sociedad civil.


A Modo de Conclusión

Es verdad que hay logros que podemos celebrar como iglesias evangélicas, pero también estamos ciertos que hay desafíos que se deben realizar, hay tareas pendientes que nos convocan a TODOS en pro de un desafío común: el lograr que nuestro Chile sea un país en donde se respeten los derechos individuales, en que la persona sea valorada por lo que es, y no por lo que tiene o por lo que hace.

No debemos olvidar lo que nos dice el Apóstol San Pablo en la Carta a los Efesios, capítulo 3: 1-6:

“YO pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados; Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos á los otros en amor; Solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados á una misma esperanza de vuestra vocación: Un Señor, una fe, un bautismo, Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros”.

RETIRO “MESA AMPLIADA”

Foro: “Análisis crítico de la Iglesia Evangélica Actual”

Bosquejo de intervención de
Juan Sepúlveda,
Director del Planificación Institucional de SEPADE

Introducción: La intervención centrará su atención en la relación de nuestro diverso mundo evangélico con la sociedad chilena, particularmente en lo que se refiere en sus posibilidades de incidencia o contribución en los asuntos públicos.

1) Las oportunidades que presenta la situación actual:

Tanto desde el punto de vista institucional, como desde el punto de vista cultural, la sociedad chilena muestra significativos avances hacia el reconocimiento del mundo evangélico como un actor religioso-social importante, cuya contribución específica a los asuntos públicos es crecientemente valorada.

El mundo evangélico chileno manifiesta una voluntad y disposición de actuar en conjunto, como “pueblo evangélico”, por encima de las clásicas divisiones (denominacionales o confesionales, teológicas y/o ideológicas) que tradicionalmente han sido una barrera para la acción común.

2) Las dificultades que presenta nuestra situación actual: Enfrentamos el riesgo permanente de desaprovechar las oportunidades antes señaladas, debido a nuestra incapacidad de generar instancias de representación estables, validadas por el propio mundo evangélico, reconocidas por la sociedad política y civil, y que además asuman nuestra propia diversidad (Ejemplo: crisis del COE que lleva a la generación de lo que hoy es UNE Chile, pero cuyo carácter representativo es disputado permanentemente por UNIECH). Algunas posibles causas de estas dificultades son:

Dificultades para entender nuestro rol o lugar dentro de la sociedad en tanto que iglesias (lo que se manifiesta en la tendencia a operar como si fuéramos partidos políticos que pesan por su número de integrantes, lo que tiene como contrapartes el clientelismo político). Este problema tiene también una dimensión teológica.

Baja capacidad para actuar estratégicamente (lograr acuerdo sobre los problemas principales que queremos abordar, para establecer prioridades, reconocer los actores más relevantes, actuar con sentido de oportunidad, etc.).

Tendencia a confundir planos: los conflictos internos de las iglesias tienden a traspasarse a las organizaciones evangélicas.

3) Posibles contribuciones que podemos comprometer, como SEPADE, para abordar estos problemas:

En conjunto con la CCI, estamos en condiciones de organizar un Seminario específico para debatir y reflexionar más profundamente sobre estos problemas.

Estamos en condiciones de ofrecer un proceso de formación para desarrollar más nuestras capacidades de actuar estratégicamente.

Estamos desarrollando un Portal Virtual especializado en materias relativas a la relación “Iglesias evangélicas – sociedad”